.el abc de la estupidez (publicado el 1º de marzo del 2016) es un texto sumamente inútil e inservible. Podría no existir y eso no afectaría el curso de la historia humana; o bien, podría sí existir y eso afectaría mucho menos. Como hablara Joaquín Mortiz del libro Movimiento perpetuo de Augusto Monterroso, éste es “uno de los pocos libros declaradamente prescindibles de todos los tiempos”.

Puede leer y descargar el texto totalmente gratis en el siguiente link: .el abc de la estupidez

P L A G I O S es el texto que sucede a .el abc de la estupidez y fue publicado el 29 de septiembre del año 128 d. H. (después de Hitler). Este texto es un himno, un homenaje, a los grandes autores pilares tanto de mi lectura ―y, por consiguiente, de mi escritura― como de mi ideología literaria. ¡Gloria y loor a mis maestros! Aunque no estoy a la altura de tan brillantes hombres, siempre puedo rendirles tributo y gratificación. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que un gran cínico y descarado plagio?

Lea, descargue y plagie este texto en el siguiente link: P L A G I O S

HuMoRaLeJaS . . .(publicado en 2018) está más bueno, aunque también más inútil y menos simple. Este texto da evidencia del talento evolutivo humano para hacer complejas maravillas a partir de los absurdos más huecos. Si ya leyó los dos primeros libros, no lea éste; si no los ha leído, tampoco.

Link para leer y descargar el texto (aunque siempre puede ignorarlo a voluntad): HuMoRaLeJaS

Warning

Warning

November 12, 2016

Revista Marabunta, año 3 número 4, Literatura y alcohol

(Clasificación A // Rated A)

Lean el número 4, Literatura y alcohol, de la Revista Marabunta. En dicho número, y en torno a esa temática, se publicó (el lunes 5 de septiembre de 2016, por cierto) el texto "El primer paso", el cual fue ilustrado por Saaidko Inlak Esh.



October 21, 2016

Nada es necesario

(Clasificación A // Rated A)

Tanto temes al tiempo que todo se tuerce para pensar en pizcas de un poder pusilánime, maltrecho, mendigo, miserable y moderadamente muerto. Fatalistas felices fingiendo formular futuros gastados en guerras guirnaldas por gobiernos gustosos, bailando, bebiendo, bisando, bostezando y buscando lánguidas leyes lisiadas o lóbregamente lunáticas. Sabes que ser un sirviente sonriente es sucumbir rápidamente al regodeo de ritmos rodeados de ruidos banales, vestigios de vidas volátiles tan vulnerables. Dantescos delirios divagan dolidos y duermen carcomidos, queriendo quitarse las costras cuando nada es necesario... ni siquiera nosotros, nunca.

October 15, 2016

Cuenta regresiva

(Clasificación A // Rated A)

Diezmar y recurrir a la casa de Dios parece siempre la primera solución; nueve días después habrá tiempo para eso, pero por ahora debemos reír o chozpar con cantos y bailes de danzón cubano. Poesía lorquiana por si etéreo resulta nuestro destino; colorados colores prerrafaelitas porque se isomorfizan, al cabo, los ocasos y las auroras. No debemos temer ni cinco minutos, no debemos temer ni cinco segundos. Habrá mariposas, cuatrocientos brazos nos esperarán amorosos, habrá calor, entonaremos tresillos sincopados, beberemos vino, lloraremos de alegría. Entonces, dosificar nuestra energía vital en ligeros sorbos de paz es inútil, pues uno nunca sabe dónde o cuándo encontrará su propia muerte. He ahí la importancia de ser sincero.

October 01, 2016

El parteagüas de la vida // A watershed in life

(Clasificación A // Rated A)

Hace algunos años comprendí que vivir tiene implicaciones, que conlleva obligaciones y responsabilidades que no se pueden evadir. No se puede simplemente vivir, se debe aprender a vivir bien, a vivir con consciencia, con elocuencia. Por supuesto, siempre es igual, uno reconoce la vida sólo cuando se ha presentado la muerte.
        Sábado, diez de la mañana, el ocio en la existencia y el surrealismo en los sentidos. No había más opción: Metal Slug. Había que jugarlo. ¿No lo tienes? Hay que comprarlo. Salí con un camarada directo al bazar para comprar el condenado videojuego, ya que no había otra cosa productiva qué hacer en su casa.
      (En aquel tiempo, debo confesar, yo era estúpido e ingenuo. Ahora lo sé; ahora puedo reconocerlo. No estudiaba, no leía siquiera, no permanecía en un empleo por más de dos meses, malgastaba el dinero sobre todo en drogas y piratería, también robaba tiendas de abarrotes y minisúpers de vez en cuando, tenía sexo en todas sus variantes con todos sus fetiches y perversiones en cualquier lugar a cualquier costo y con la cantidad de personas que dispusiera. En síntesis, no me preocupaba, ni siquiera me interesaba, mi cuerpo ni mi alma ni mi mente, mucho menos mi consciencia ni mi destino. Pero es obvio, yo era estúpido e ingenuo.)
       Tenía ―aún tengo, de hecho― un Vochito rojo 2001. En una crisis familiar, mis padres decidieron vender su carro y otras cosas más, así que yo se los compré... bueno, les pagué por él, porque, claro, ellos no me cobraron el valor total del carro, sólo tomaron lo suficiente para salir de deudas y yo, pues, encantado acepté.
     Mi copiloto iba diciendo algunos chistes sobre gente que ambos conocíamos. Comenzó por los conocidos del barrio, luego siguió con los amigos, pasó a la familia y terminó con mi novia en turno. No fueron chistes comunes y divertidos, sino juicios despectivos e insultos infundados. Sin embargo, en aquel tiempo, todo me tenía sin cuidado. Yo reía de todo ―ora por las drogas y la falta de juicio ora por la estupidez e ingenuidad―, lo incitaba a continuar parloteando, reforzando su actitud insolente, como si estuviera de acuerdo con sus comentarios... y tal vez lo estaba.
         Así íbamos, en la euforia total del absurdo, cuando de pronto una camioneta blanca apareció en mi espejo retrovisor. Se acercaba cada vez más rápido. Me orillé un poco para dejarla pasar. Nos alcanzó. Nos rebasó. Pero, cuando lo hizo, rompió mi retrovisor lateral... se lo llevó, ¡lo destrozó! Lo que es más, el conductor no se detuvo para pagarme, ni siquiera para disculparse, en cambio, continuó su camino con la misma velocidad como si nada hubiera pasado, como si no le importara. Pero a mí sí me importó.
     Ésa fue la primera vez que algo me importó. No recuerdo haberle dado tanta importancia a algo ―o a alguien― en toda mi vida. Por alguna razón que ahora no alcanzo a comprender, esta situación tenía más sentido que pensar en mi madre agonizando en el hospital o en mi padre encerrado en la cárcel o en mi hermano infectado con el SIDA o en mi novia embarazada. Por primera vez en toda mi vida, encontré algo por lo que valía la pena luchar: un espejo retrovisor de setenta pesos.
       Frené. Cerré los ojos. Inhalé. Abrí los ojos. Exhale. Abrí la puerta con calma. Recogí mi espejo hecho pedazos. Regresé al auto. Y, en un instante, dejé de ser yo. Estaba furioso. Mi corazón palpitaba al ritmo del infierno. Los tambores de guerra sonaban en mi pulso. Mis ojos estaban rojos y exasperados. Mis nervios alerta. Mi respiración acelerada. Mis sentidos despiertos. Y el pié derecho presionando el pedal del acelerador al máximo.
      Mi copiloto gritó “¡Quiébratelo, cabrón!” y es justo lo que tenía pensado hacer. Además, no sería la primera vez que nos quebráramos a alguien, y ambos cargábamos siempre nuestra pistola. Entonces, le expliqué que iba a alcanzar la camioneta por la izquierda y después, justo cuando me le emparejara, sacara su pistola y apuntara bien. Se lo dije no como petición ni sugerencia, sino como orden, “¡Gástale un pinche plomazo al pendejo, güey!” y es justo lo que tenía pensado hacer.
      Mi Vochito rojo 2001 llegó a cientocuarenta kilómetros por hora. A poco, alcanzamos a la camioneta. Estabamos a punto de ponernos en posición cuando, inesperadamente, apareció un camión enorme frente a nosotros y, eventualmente, nos estrellamos...
         Pasé tres meses en el hospital, inconsciente. Al despertar, me dieron tres noticias: (1) mi copiloto había muerto en el accidente; (2) mi madre había muerto pocos días después del accidente; (3) mi novia había abortado a nuestro hijo, y creo que se mudó a otra parte porque jamás la he vuelto a ver.
         El mundo sigue igual de mal que entonces. La vida, mi vida sigue igual de mal que entonces. Pero no yo. Yo no soy el mismo que entonces. Ahora estudio una carrera universitaria, tengo un trabajo digno, no gano mucho pero es suficiente y sobre todo honesto, soy soltero ―bueno, claro, ¿quién merecería estar con un bastardo como yo?―, ya no consumo drogas, ni siquiera bebo cerveza o tequila o cualquier cosa que tenga alcohol, sí fumo a veces un cigarro pero sólo de vez en cuando, es todo. Nada en mi mundo es diferente, pero yo sí lo soy. Por ello, me atrevo a estar aquí: vivo y aprendiendo a vivir.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

We humans will never learn to live ―not just to live, but to live well―, at least, until we be conscious of the implications (obligations and responsibilities) that life implies. This is what I overstood when I was due to die some years ago.
            It all happened one Sunday morning at ten o’clock approximately. I was going to the town’s bazaar with a close friend of mine to buy some video games ―specifically Metal Slug, I remember. Before doing so, we were in his house doing nothing.
            (By that time ―I must confess―, I was stupid so as ingenuous. Of course, that is what I think nowadays, for back then it was all different. I was not studying anymore; I did have a job, but it was not productive, and I misused every peso I earned; I used to do drugs; from time to time, I robbed a store or two; I had sex in all its variants, with all its fetishes, at any place, at any cost; I did not care about my health, my wealth or my death. I was stupid so as ingenuous.)
            My car was ―actually, it still is― a red Vocho 2001. I gained it from my parents; when they were in bankrupt, I bought... paid them for the car. Obviously, they did not charged me the real amount, but they accepted to receive enough money to pay their debts. A fair treat, I would say.
            My co-pilot was telling funny jokes about people we both met. Those were not only funny jokes, but also insulting judgements. Naturally, I was loling and encouraging him to continue, which reinforced his attitude and comments. He revised my whole family and friends; he spoke of my girlfriend in turn likewise. But I did not care. In those times, nothing was of my importance whatsoever.
          Suddenly, a large white van appeared in my rearview mirror. It was coming closer and closer, faster and faster. Before it reached my trunk, I pulled over in order to let it pass with no difficulties. It overtook us, indeed. Nonetheless, when it did, it pulled my left wing mirror off. What is more, it did not stop to pay ―nor, at least, to apologize― and kept its way and speed as if nothing had happened (or as if it did not care at all). But I did care.
            That was perhaps the first time I cared about something. I do not remember quite clearly if I had given so much importance to somehting (or someone) in the past as I did that day. However, it made more sense for me than my dying mother, my jailed father, my aids-infected brother or my pregnant girlfriend. For the very first time in my whole life, I found something worth fighting for: a seventy pesos mirror.
            I openned the door calmly and picked up the pieces of my mirror’s plastic base. I was furious. My heart was filled with anger. My eyes turned red. My nerves pulsed higher. My breath got accelerated. My senses got excited. And I pushed the gas pedal the deepest.
            My friend shouted “¡Quiébratelo, cabrón!” and I agreed. That was not the first time I would crack somebody. Besides, I was completely sure my companion had brought a gun with him. Thus, I explained to him that I was going to overtake the van by the left; later, right in the moment we were paired off, he should take out the gun and shoot. I ordered him “¡Gástale un pinche plomazo al pendejo, güey!” and he agreed.
            My red Vocho 2001 was flying at a hundred-and-fourty kilometers per hour. We were about to reach the van when, unexpectedly, a bus appeared right in front of us and, eventually, we crashed...
            I spent three months in the hospital. My friend died ―so as my mother did. My girlfriend aborted our child and left the city. My brother is still infected with aids. And my father has gone out of jail... he is probably back in crime.
            But now I am not the same I was then. I am studying a university major. I have a honorable job. I am single ―well, no girl deserves to be with the bastard I am. I do not do drugs anymore; I do not even drink a single drop of beer. I am healthy and wealthy. In sum, I dare to be here: alive and learning.

September 25, 2016

Describe tu suerte // Describing exercise

(Clasificación A // Rated A)

Un humano más... o menos, qué sé yo. Lo bueno, lo malo, lo correcto, lo moral, lo divertido, lo útil, lo inútil. Una parte de los todos, muchas partes de los nadas. Sólo uno.
          Sin apariencia, sin existencia.
          Sin personalidad, sin persona.
         Búscame. Búscalo. Búscate. Búscanos. Busca... Rebusca. Nada es cierto, nunca lo es. Lo sabes, lo vives, lo sufres. La verdad existe, mas no para ti, ni para mí, ni para nosotros, sólo para ellos. Ellos tienen la verdad. Nosotros tenemos lo demás.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Just one more human in the world and, at the same time, just one less. Good stuff, bad stuff, sometimes nice, some other times mean. Just as everybody else. If you are looking for the truth, be careful with what you can find out!
          On the one hand, regarding the appearance, there is non.
      On the other hand, regarding personality, dressed in an intelligent sympathetic profile. Never rude. Never sad. Never fool. Never mad. Never angry. Never disappointing... Never. By the way, every human being has their hidden monster somewhere on the inside. A Mr. Hyde. A Sandy Claws. A Harvey Dent. Fortunately, that is just the truth and no one ever knows the truth.

September 13, 2016

Amor: el divorcio de un signo lingüístico

(Clasificación C // Rated C)

Bien sé que los amantes invocarán todos los casos de excepción,
pero la estadística es cruel: refuta nuestra poesía.
Rougemont, 1979

En el siglo XXI, el amor parece un concepto tan complejo y de magnánimo valor que resulta complicado y difícil de comprender. Tratar de definirlo sería una tarea muy exhaustiva e incluso hasta imposible de concretar. La principal causa de esto es, quizá, la historia tan inexplorada de este concepto y la estructura tan desconocida de su estado actual. Evidentemente, la segunda es —para algunos trivialistas— más interesante aunque también más improbable de conocer; mientras que la primera, por ser histórica y estar documentada, es más fácil de estudiar y, por ende, está más a nuestro alcance.
          Los griegos, por ejemplo, entendían el amor de una manera tan peculiar y tan concisa que la generación del millenium no logra comprender. Generalmente, creemos —más por ingenuidad que por malinterpretación— que todo el amor griego era ‘amor platónico’, que no hubo otras teorías anteriores o posteriores a dicha filosofía. Desprestigiamos, así, los más de quinientos años anteriores a Arístocles de Atenas. Peor aún, la mayoría ni siquiera sabemos con exactitud a qué se refiere el filósofo cuando en El Banquete describe el amor con las palabras pasión, cariño y amistad.
            Para los griegos, el amor no era —como lo es para nosotros— un concepto, sino un fin; el fin último de cada individuo, mediante el cual llegarían a la (auto)realización plena como seres humanos. No en vano la exaltación rotunda de Afrodita y las constantes alabanzas a Eros. Desde Philia hasta Agápē el amor es la perfección total de un individuo con relación a otro ser, ya sea humano o deífico; es decir, la perfecta concreción individualista que permite la interrelación.
        Por otra parte, dando un salto muy atrevido, la civilización medieval construyó su propia definición de este vocablo; ésta era un tanto diferente aunque no muy alejada a la que tenían los griegos. Las posturas del medievo ante el amor eran muy variadas y numerosas, no obstante, es más fácil clasificarlas dentro de un sólo bloque: el amor cortés.
            Durante este período de caballería, el amor no era más finalidad que honor. A diferencia de los griegos, los caballeros de la Edad Media entendían el amor más como deber que como placer, pues éste último lo obtendrían —en consecuencia y recompensa— a través del cumplimiento de su deber. Ésta era una lógica muy simple, tan simple que no la podemos comprender; cuestionamos los objetivos y los términos de dicho fallo, olvidando su premisa inicial: la cortesía como base del amor.
      En general, se descartó el amor filial e incluso el amor cristiano —aunque con ciertas excepciones, sobre todo, en la fase temprana de esta época. Así pues, toda relación interpersonal se basaba en el respeto, la amistad, la amabilidad, el acatamiento, y demás cualidades humanas —acaso sentimientos y valores— tanto positivas como negativas; sin embargo, ninguna estaba regida por el amor, éste era exclusivo para las relaciones pasionales entre hombre y mujer.
          Esta última sentencia se acerca mucho a la concepción que siglos más tarde construirían los románticos, al determinar —con cierto enfoque fatalista— que el amor verdadero se refiere al amor pasional, y que éste no se satisface sino con sacrificio y sufrimiento. No obstante, es evidente que este nuevo amor no es una extensión de la caballería, sino una mejora de ella.
           En primera instancia, pareciera que el amor cortés y el amor romántico fuesen similares, ya que comparten el principio de limitación pasional. Empero, para el romántico, la realización del amor no es un deber ni un honor; es, por el contrario, un privilegio. El medievo califica al amor como el comienzo del éxtasis; mientras que el Romanticismo lo declara su decadencia.
         Desatinadamente, reputamos que los románticos son trágicos y funestos, que les apasiona el amor imposible, que prefieren la prohibición de sus romances a su liberación, que incansablemente persiguen el amor con intenciones nulas de alcanzarlo. Lo que es más —y aún peor—, hemos asignado a Shakespeare la tarea de explicarnos por qué, para los Románticos, “el momento de la muerte es como el pellizco de los amantes, tan doloroso y tan deseado.” (Shakespeare, 1606, Antony and Cleopatra: Acto 5, escena 2). Creemos, entonces, que es el dolor en sí y no el amor propiamente lo que define su concepto de amor. Esto no es menos que una equivocación fatal.
         Lo que nos es tan difícil de comprender es que, en el Romanticismo, la culminación del amor no era un evento aislado —ya el matrimonio, la copulación, o el beso decisivo al final de la aventura—, sino un proceso integral y progresivo. Por ello, entre más dificultades encontraran para obtenerlo, más valor cualitativo tendría. Es decir, la cantidad de sufrimiento que pudieran soportar era equivalente a la calidad de placer que podrían disfrutar. Así, la constante presencia de un dolor inexorable aseguraba la promesa de un amor interminable.

Hemos hablado ya del Imperio Griego, de la Edad Media y del Romanticismo; sin embargo, podríamos seguir nuestro recorrido histórico por la Dinastía China, el Imperio Egipcio, el Imperio Maya, el Renacimiento, el Barroco. En fin, la lista de civilizaciones es extensa, y cada cultura en diferente tiempo y geografía posee una conceptualización propia del amor —en algunos casos, un equivalente o una aproximación a este concepto. Lo cierto es que ninguna subsiste en nuestra percepción de dicho vocablo; nos es tan ajeno ese amor antepasado que algunas veces los llamamos sabios y otras tantas los juzgamos de arcaicos —refiriéndonos a su amplia o limitada capacidad de razonamiento y conceptualización en que los tenemos.
       Otra certeza, acaso imposición infausta más no suposición precoz, es la persistencia de sus relaciones y la seguridad con que éstas se presentaban. Todos ellos claramente comprendían —cada quien a su estilo— lo que era el amor y lo que éste representaba; sabían que conseguirlo era un proceso muy complejo de acciones y actitudes, sabían en qué consistía dicho proceso; estaban convencidos de que era posible encumbrar el amor y, aún más, conocían los medios para lograrlo. Contrario a esta postura, nosotros concebimos el amor más como una idea que como un proceso, nos parece un estado humano inalcanzable, no sabemos dónde está ni en qué consiste, no sabemos siquiera dónde buscarlo o cómo describirlo, y —para nuestro colmo— ni siquiera sabemos si en realidad existe.
          Consecuentemente, la causa de que nuestras relaciones sean tan deficientes y ‘abiertas' no es el exceso extravagante de tolerancia y respeto ni nuestra mala interpretación de la libertad sexual ni la evolución de nuestras pasiones y amplitud de nuestros fetiches, sino el olvido en que tenemos al amor y la incomprensión de un concepto actual para este vocablo, provocado gracias a la falta de significado que nos produce escuchar tal palabra. Ésta es, para la generación del milenio, una palabra tan compleja y enigmática que se vuelve imposible de descifrar. Es un signo tan vacío de significación que, para evitar comprenderlo, le restamos toda importancia inter e intrapersonal.
         Aunado a esto, la inclusión de nuevos valores a nuestra vida moral, tales como la igualdad de género —la cual es, más que una fusión, una confusión del papel que juegan las parejas en la relación—, el feminismo, la abstinencia matrimonial, la homosexualidad, la bisexualidad, (la trisexualidad, transexualidad y demás sexualidades emergentes), el cambio e intercambio de roles entre hombres y mujeres han provocado que encontrar una pareja y mantener una relación sean ejercicios cada vez más exigentes y difíciles de concretar. Es decir, se vuelve más complicado el proceso de concordancia entre individuos y, por consiguiente, es más difícil alcanzar la estabilidad y perduración de las relaciones.
        Esto ha ocasionado una transformación abrupta de nuestros métodos y procesos de interrelación, razón por la cual todos nosotros (hombres y mujeres nacidos a partir de 1980 en adelante) establecemos relaciones sin enamorarnos; tenemos sexo sin involucrar sentimientos, formamos acuerdos por conveniencia, cuestionamos el matrimonio y hacemos matrimonios sin fundamento, proponemos matrimonios morganáticos, profesamos el noviazgo poligámico, creamos relaciones abiertas y libres —es decir, sin sentido ni responsabilidad—, consideramos las segundas oportunidades, inventamos el divorcio, nos tornamos individualistas, egoístas y traidores. De una u otra forma, en mayor o menor medida, todos somos, como dijera Rougemont en El amor y Occidente, “malcasados, decepcionados, sublevados, exaltados o cínicos, infieles o engañados: de hecho o en sueños, en el remordimiento o en el temor, en el placer de la sublevación o en la ansiedad de la tentación, hay pocos hombres que no se reconozcan en al menos una de estas categorías.”
           Luego, entonces, considerando la estructura de nuestras relaciones, el amor acaba siendo un elemento innecesario en nuestro desarrollo interpersonal; le restamos toda importancia y creemos no necesitarlo para entablar nuestras relaciones: ya no lo necesitamos para casarnos o juntarnos ni lo necesitamos para intimar con nuestra pareja, no lo necesitamos para tener sexo ni lo necesitamos para soportar dormir en la misma cama que otro individuo, ya no lo necesitamos para vivir con alguien durante más de cuarenta años ni lo necesitamos para disfrutar los inmensos placeres que nos ofrece la vida, aún más, no lo necesitamos —en absoluto— para vivir.
           En suma, no tenemos un concepto establecido de qué es el amor y no poseemos una noción real de lo que esto implica, tampoco sabemos cómo generarlo o dónde buscarlo y ni siquiera tenemos la necesidad de hacerlo. Por ello, lo único que podemos hacer es idealizarlo, creer en él o descreerle, imaginar que existe ya en la realidad ya en nuestros sueños, y confiar en que sí significa algo aunque nosotros no lo sepamos.
           Podemos decir entonces, y a modo de conclusión, que, al no ser un elemento necesario para establecer y mantener nuestras relaciones humanas (de pareja), el amor se ha convertido en un deseo supremo, perfección de ensueño y utopía —en la mayoría de los casos— irrealizable.

August 20, 2016

NotiFES #1081 (19-5-016)

(Clasificación A // Rated A)

Vean, lean y descarguen la publicación número 1081, NotiFES, del jueves 19 de mayo del 2016. En esta entrega, está contenido el poema "Nuestro Círculo Vicioso", escrito para el 11º concurso de poesía El libro que rompe nuestra mar congelada.

He aquí el link: NotiFES #1081

August 07, 2016

Al pueblo, pan y circo

(Clasificación C // Rated C)

Así era ya en Roma. Y siguió siendo en Europa; luego, en la tierra prometida: América, Méjico. Ahora, en tu casa: pan en tu mesa, y circo en tu sillón. El pan es nuestra hambre, nuestra pobreza, nuestra necesidad. El circo es nuestra ignorancia, nuestra ceguera, nuestra estupidez. En Roma, un coliseo; en tu casa, un televisor. El circo romano era sangre y arena; el circo de hoy es violencia en alta definición.
     Si vieras a tus hijos golpeándose hasta sangrar y caer desmayados de dolor y humillación, ¿llamarías a eso deporte? En una guerra, dos batallones se disputan por una corona; cambia la corona por un balón y se convierte en deporte.
        Los seres humanos somos una raza de inteligencia, de sabiduría, de consciencia y de paz. Entonces, ¿por qué alimentarnos con salvajismo y brutalidad? Cambiemos nuestros hábitos, perdonemos a nuestros enemigos, eduquemos a nuestros hijos con respeto y amor, dejemos de ser partícipes en actividades deshumanizantes y violentas. ¡Digamos NO a la enajenación de los malvados y egoístas, digamos NO a la transmisión de esos deportes violentos por televisión, digamos NO a la cacería inútil por deporte y ociosidad, digamos NO a las corridas de toros, digamos NO a la tradición sangrienta, sedienta de carne y muerte!
        Los romanos inducían a los leones a matar humanos. La tauromaquia induce a los hombres a matar toros. Muerte, sangre, carne, odio y desprecio por la vida terrestre ¿cuál es la diferencia? Al final, la muerte y el asesinato se convierten en divertimento del paladín insensato insensible insaciable.
          Nosotros somos más que sólo sangre y carne, somos mente, somos espíritu, somos corazón.
          Lorenzo Partida, en su poemario Tauromaquia, la hemorragia de Cristo, incluye una reflexión sobre nuestra incomprensible sed de sangre; nos invita a tomar las medidas necesarias para terminar con esto, para hacer consciencia sobre nuestra humanidad.

C o b a r d e s   d e   A b o l e n g o
de Lorenzo Partida

Sangre
sin posible hartura
gotea por su fina vestimenta
y el corazón vacío...
amarga mente estrecha...

En su interior sólo un rojo leño insensible
que nunca se apaga con la crueldad...

¿Cómo puedo arrancar de su pecho
sus ennegrecidos corazones?

Diversión de una elite de alcurnia
sádico sangrar se traga la arena...

Los cobardes de abolengo
celebran con alegría...
inocentes muertos...
en sus fiestas de carne...

Todas las vacas mugiendo...
lloran lágrimas de leche...

June 17, 2016

Nomás quince minutos // Fifteen minutes, please!

(Clasificación A // Rated A)

No sooner had I arrived to the forum than I realized I had forgotten to pack my mint cigarettes. You may be wondering why I care too much about such a trivial thing like that. I really do not know why, and that is the point actually. If everything had sense, you would not be reading these lines. Moreover, you would sooner write your own non-sense text than reading mine. But you are still reading it anyway. And I am still worrying about my mint cigarettes. I do not know why I am so nervous; I could go down to the grosery store and buy some mint cigarettes before it is my turn to speak. Suddenly, my boss looks at me and tells me that I am the next one to speak. I cannot start my speech without first smoking a mint cigarette. So, I answer: “Fifteen minutes, please!” and I go out of the office in search of some mint cigarettes. They will not wait that long, will they?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Al llegar, me di cuenta de que había olvidado mis cigarros. No sé por qué me importa tanto; no es gran asunto, pero si tuviera sentido, usted no estaría leyendo esto. ¿Por qué no escribe su propio cuento sin sentido en lugar de estar leyendo el mío? ...y, sin embargo, usted sigue leyendo y yo sigo preocupado por mis cigarros. Si me da quince minutos para salir a comprar un cigarrín y fumármelo a gusto y tranquilo, entonces puedo volver aquí y terminar de escribir la historia.

April 24, 2016

Radio Rélax 104.5fm X.H.A.R.O. "Metalízate" (9-4-016)

(Clasificación A // Rated A)

Presentación del texto .el abc de la estupidez el sábado 9 de abril del 2016 por Radio Rélax 104.5fm X.H.A.R.O. en el programa "Metalízate".
            Puede escuchar esta entrevista, realizada por Typhus y Ocelot, en el siguiente link:

El programa "Metalízate" se transmite cada sábado en punto de las 9:pm a través de Rélax 104.5fm Grupo Radio A.R.O. y puede escucharlo sintonizando el 104.5 de su radio FM o a través de http://www.ustream.tv/channel/relax-1045fm (página oficial de la estación).
           También puede leer y descargar el texto .el abc de la estupidez (publicado el 1º de marzo del 2016) totalmente GRATIS en el siguiente link:

April 12, 2016

El escritor no soy yo // There’s a writer on my chair

(Clasificación A // Rated A)

There’s a writer on my chair and a reader on my couch.
There’s a husband on my wife and a father on my son.
There’s a man on my life and a stranger on my corpse.

Not living my own life,
I’m watching my corpse going by.
He’s teaching maths to my son
and making love to my wife.
He’s reading between lines;
he’s due to write my epitaph.

There’s a writer on my chair, so while I write this words, where am I sitting?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Hay un escritor en mi sillón, leyendo mi colección de libros viejos.
Hay un amante sobre mi esposa, hay un padre frente a mis hijos,
hay un hombre extraño en mi vida... y en mi cuerpo.
Ese hombre no soy yo; no tiene lugar, ni tiempo.

Ya no soy dueño de mi vida, de mis movimientos,
de mis relaciones, de mis pensamientos.
Enseña español y matemáticas a mis hijos, les da de comer;
paga mis impuestos; hace el amor con mis amantes, ama a mi mujer.

Hay un escritor en mi escritura,
estoy escrito en la mano del intruso malechor.
Pues yo sólo podría escribir
por voluntad del escritor.

April 02, 2016

March 29, 2016

Eppur si muove!

(Clasificación C // Rated C)

Recuerdo... Recordemos la Caverna de Platón, donde había un gran grupo de personas —¡toda una sociedad!— mirando hacia el fondo de la caverna permanentemente. Detrás de ellos está la boca de la caverna, una gran entrada que da paso libre a la luz del sol que, al atravesarla por completo, sólo refleja sombras en la pared del fondo. Estas personas pasan toda una vida, ¡construyen toda una cultura!, mirando esa pared de sombras, y nunca voltean hacia atrás; jamás salen de allí.
            Platón nos dice que cuando las personas se atrevan a salir de ahí dejarán de vivir en las sombras y finalmente verán la realidad —o, al menos, otra perspectiva de la realidad.
            Nosotros, la generación del siglo XXI, ya volvimos la mirada; salimos y hemos visto la luz. Sin embargo, como predijera Lavaniegos, la puerta de salida sólo es una entrada a otra realidad desconocida; y vamos así, constantemente, de caverna en caverna; y estamos así, siempre en una cada vez más amplia y compleja que por supuesto es más difícil superar. Siempre vivimos… creemos que vivimos en la panacea absoluta, que no hay más verdad ni mejora. Y es por esa obstinación tan ciega que envenenamos a Sócrates, llamamos loco a Ptolomeo, exiliamos a Dante Alighieri, quemamos a Giordano Bruno, nos burlamos de Baudelaire y, para colmo, acusamos a 141 mujeres en el pueblo de Salem.
            Esto se pone en evidencia, por ejemplo, cuando hablamos de sexualidad. Hace algunos siglos (bien lo sabemos) era inconcebible hablar de ello; ahora ya es un poco más (...ehm...) natural. Sin embargo, algunas veces todavía es un tanto alarmante cuando se trata no ya de sexualidad sino de sexo. ¡Sexo! SSEEEXXXOO… (sí, así, con tres ‘x’), sexxxo.
            Freud, (“¡Ay, Sigismundo, cuánta vanidad! Infantiloide y malsano el orgasmo clitoriano…” eso lo saqué de una canción de Liliana Felipe); en fin, ¿no fue Freud calificado de indecente, de inmoral? ¿no lo llamaron pervertido, impertinente? Y ¿cuántos se negaron (y, aún se niegan) a reconocer su complejo de Edipo? Pero sólo es una caverna más de la cual salir. Otro caso: Hester Prynne, quien fue condenada a cargar la letra escarlata sólo por adúltera; ¡Por Dios, ¿tanta humillación por algo tan pequeño?! —que arroje la primera piedra quien esté libre de pecados (pecados de palabra, obra y pensamiento)— y no es por defender ni justificar el adulterio, pero esa clase de humillación es consecuencia de la ignorancia, de la intolerancia, de la estupidez.
          Hablemos ahora de pornografía. ¿A usted le gusta el porno? P – O – R – N – O. La gran caverna del siglo XXI. Con sólo escuchar la palabra, algunos se incomodan y otros se molestan, algunos se ríen y otros se divierten, y algunos otros también se excitan. Playboy, Private, Brazzers, YouPorn, PornTube, xvideos: es morboso, dañoso, es pernicioso, es malsano, alienado, es insano. En cambio, el teatro de Wilmot, Justina y Julieta de Sade, El gran masturbador de Dalí, las orgías de Kirschner: eso es arte. ¿Cuál es la diferencia entre una y otra?
         Cuántas veces hemos escuchado que la homosexualidad es una enfermedad. Cuántas veces hemos pensado que los gays son ‘gays’ por moda. Cuántas veces los hemos llamado locas, manas, ladies, girls, super-gays. Ah, pero la generación del millenium somos diferentes, distintos, incomparables. Ya no vemos desde la caverna las sombras de los maricones y los putas —¿o ‘las putos’? ¿Cómo se dice?. En fin, somos una generación permisiva, comprensiva, amante del hombre —quiero decir, del ser humano— y protectora de sus derechos. ¡Bien! Vamos por buen camino. Empero, ¿somos una sociedad realmente open mind o sólo respetamos el libre albedrío porque la mayoría cree que la mayoría respeta la naturaleza individual de las preferencias sexuales y su propia libertad de elección?
        Todos: literatos llamados locos, poetas y escritores vetados, científicos condenados por herejes, negros discriminados por ser negros, mujeres aborrecidas por ser libres, putas detestadas por ser mujeres, homosexuales abominados por no ser mujeres. Todos son juzgados por igual, todos son juzgados por nosotros. Sí, somos nosotros quien los reprueba. Hablo de usted que me está leyendo. Hablo de mí, hablo de todos. Hablo de los chilangos, de los mejicanos, de los latinos, de los americanos, hablo de todos. Hablo de los seres humanos. Porque los mismos que están sentados en la caverna viendo la sombra de Cristo crucificado, son los mismos que están sentados en la sala de su casa viendo la sombra de Raúl Osiel Marroquín, el matajotos, sentado entre Javier Sicilia y Javier A La Torre. Y seguiremos haciéndolo hasta voltear la mirada y salir de nuestra caverna. Sexo, preferencias sexuales, entre filias y fetiches. ¡Dejemos ya de reputar con tantos prejuicios!
        En alguna ocasión, recuerdo que una muy buena amiga me dijo “Tengo relaciones tan íntimas con algunos de mis amigos, que es absurdo no llamarlos amantes sólo porque no nos acostamos”. Y mi ex-novia me dejó porque dormimos juntos y no tuvimos coito. ¿Precocidad?, ¿novatada?, ¿o es una caverna más que ha sido superada? Al igual que Juan José, yo apostaría la visión de un Quijote contra la vista de un SuperMan.
            Si usted es de las personas que ya no contraponen la ciencia con la religión, o de los que ya no escogen a sus amistades por su valor socioeconómico, si usted es de los que ya no señalan ni critican a alguien por sus preferencias (por la vida sexual que escogió), entonces con toda confianza puede mirar a la persona que se encuentre a su lado —frente a frente, fijamente, directo a los ojos, sin titubear— y asegurar no sólo que ya ha superado todas esas cavernas, sino que también está listo para dar el siguiente paso y salir de una caverna totalmente nueva: Zoofilia.
            La palabra del millón. Aquí es donde muchos se cierran y se encierran en su pequeña caverna. Quizá pensarán “¡Eso está mal! ¡Eso no es una relación, eso es bestialismo!” Algunos dicen que es antinatural; igual se dijo eso de los homosexuales en algún tiempo. Algunos dicen que no fuimos creados para eso; igual se dijo que los negros habían sido creados para ser esclavos. Algunos dicen que simplemente no deberíamos hacerlo; igual se dijo en algún tiempo que las mujeres simplemente no deberían votar ni estudiar.
            Muchos se pondrán en el lugar de los animales, y exclamarán “¡Oh, y ¿qué culpa tiene el pobre animalito de tus perversiones sexuales?!” Nunca podremos discutir en la cara de Galileo hasta no entender por qué decía Eppur si muove, y tal vez nos contestaría: “pos... te guste o no, la tierra no es el centro del universo, y tan no lo es que hasta se mueve —alrededor del sol. Ya lo creas o no, eso es lo que menos importa. Toda tu moral, toda tu ideología es irrelevante porque, sin embargo, se mueve.” Y aquí yo no estoy tratando de convencerlo a usted de creer en algo en específico, sólo lo estoy informando con la verdad.
            ...y la verdad es que la zoofilia es tan antigua como el talento de los negros, la inteligencia de las mujeres y los machos homosexuales; así de ancestral. Claro, como todo enigma —en una sociedad tan represiva—, siempre hay que esconderlo, mantenerlo en secreto, “lo hago pero no lo digo”, “me gusta, pero jamás lo haría”, hay que disfrazarlo de algún modo para evitarse problemas. Tantos siglos, los homosexuales tenían familias —de hombre, mujer, e hijos— aunque fuesen plenamente homosexuales. Asimismo, los zoófilos tienen vidas comunes y corrientes para no fastidiar a aquellos que seguimos en la caverna. No se confunda, no le estoy diciendo “¡sal y ten sexo con animales!” ¡No, no, por Dios! Como un homosexual nunca nos dice “Todo el mundo debe ser homosexual”. Sólo es un poco de comprensión, tolerancia y respeto.
            La verdad, la biblia ya reconocía la zoofilia, dice Lv. 18:23: “Con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante del animal para ayuntarse con él, es perversión.” La reconoce, aunque claro la castiga. Pero ¿qué se puede esperar?, también castiga comer mucho. ¿Usted estaría de acuerdo con las ideas de un libro tan absurdo?
            La verdad, está más cerca de lo que creemos. El doctor con la oveja en Todo lo que usted siempre quiso saber sobre sexo de Woody Allen; ¿no uno de los posibles orígenes del SIDA son las relaciones con los monos?; Leda y el cisne de Chavita Dalí; hasta los vampiros y hombres lobo son un acercamiento muy evidente, que obviamente los imaginamos como semi-humanos para no sentirnos tan mal, pero en el fondo es esa misma atracción hacia el bestialismo, hacia el salvajismo animal; es más, hasta en nuestras canciones más románticas hacen el amor como animales.
            La verdad, es un proceso muy sencillo. Primero [1], el mito de la Homofilia; es decir, la atracción sólo por la misma especie. Quién no ha visto un elefante con un caballo, o a un chango con una jirafa, o a un perro con un pato, o a un hombre con una gallina. ¡Es lo mismo! Todo está ahí en YouTube. Nosotros mismos idealizamos formas semi-humanas: los griegos exaltaban la belleza de Circe y de Medusa; en Egipto, Isis, la vaca; quién podría no ver atractivo a un Minotauro, al Macho Cabrío, a una Sirena, a un Hada, o a Tarzan (medio animal el tipo). Segundo [2], Antropofilia; es decir, el favoritismo hacia el hombre que hacia cualquier otra especie, ya del hombre por el hombre ya del animal por el hombre. Muchos gatos prefieren estar con su amo que con otros gatos; así también los perros, y está demostrado que sienten celos cuando te ven con tu pareja —no esos celos morales que nosotros conocemos, sino unos celos más (...ehm...) animales—, algo así como King Kong. Y tercero [3], el Libre Albedrío, y el respeto ajeno por la libre elección. Stekel; la mujer que se untaba miel en la vulva para que llegaran las moscas a posarse sobre ella y entonces tenía un orgasmo milenario. El perro de Pavlov bien podría babear por un hueso que por la mujer de Stekel. ¿Recuerda usted al ‘niño-gallo’?, quien imitaba el canto de los gallos para que le picotearan el pene. El Doberman de Snuff y la cabra de Sheitan. En ningún caso se le está haciendo daño a los animales, al contrario, suertudo el capitán por que la güerita está muy buena; ellos sólo atienden a un mecanismo orgánico: la naturaleza de su instinto sexual (reproductivo). Y mientras éste se satisfaga, y no se les esté lastimando de otra forma... Eppur si muove!
            Finalmente, repito: esto no es una invitación a fornicar con su mascota, sino una invitación (como lo hizo Platón con las personas de la Caverna) a voltear la mirada y ver la realidad —o, al menos, otra perspectiva de la realidad. Porque ver la sombra del respeto es vil irreverencia; brindar tolerancia sólo cuando se está de acuerdo es pura hipocresía; y pretender comprensión sólo porque parece correcto y no porque en verdad se entienda es perfecta estupidez.
            Baquero, en su poema Zoofilia, nos propone alcanzar una madurez social, mental y moral a través —como todas las grandes revoluciones—, a través del cambio: un cambio interno, un cambio individual.

Z o o f i l i a
de Graciela Baquero

Soy el olfato de ese perro,
esa dirección que llega,
pone el hocico entre mis piernas
y manso reconoce.

Es entonces cuando mi hembra
se queda sin mujer.

March 27, 2016

La publicación inicial // My first post

Yo soy un hombre muy egoísta y egocéntrico; me gusta el reconocimiento público y la pompa en mi honor (...sí, me gustan también las pompas en mi honor). Me gusta hablar de mí y de mí y de lo que me gusta a mí. En fin, nada diferente a usted o a cualquier otro. Me gusta saber que soy el centro del universo, de eso no hay duda; aunque tal vez a usted también le agrade saberlo, es decir, que usted también sea el centro (¿por qué empeñarnos en pensar que sólo hay uno?). Lo que es más, por si no fuera suficiente decir que soy egoísta, también soy estúpido. Muy estúpido. Mucho.

Como buen blogger egoísta y estúpido no sé qué escribir aquí. Sinceramente, lo único que me interesa es que usted lea el texto  .el abc de la estupidez  y nada más que eso. Por cierto, aquí está el link de descarga gratuita:
https://drive.google.com/open?id=0B5cBy47d8LZqNVMta1NQY256YTQ
Mas, para subir el rating, uno debe ofrecer pan, circo, maroma, teatro, y sets de comerciales cada tres minutos. Eso es ya viejo, sabido y dominado. Así sucedió, y aquí me tiene escribiendo. Por tanto, todo lo que leerá a continuación me lo saqué de la manga nomás porque sí.

En este blog, a partir de ahora, las publicaciones estarán organizadas dependiendo su clasificación. Esto se hace con el fin de evitarle a usted la molestia de leer algo que no le interese. Estas clasificaciones son las siguientes:

A = apto para todo público
Contenido común con asuntos triviales, sin trascendencia ni opiniones críticas.
Aquí encontrará anécdotas, chistes, citas, y demás banalidades insustanciales.
Nota: como no soy un genio y además esto es lo que vende más, habrá numerosas publicaciones de este tipo.

B = dirigido al público exigente
Contenido especializado sobre temas específicos con opinión crítica (mas no por ello imparcial).
Aquí encontrará recomendaciones, propuestas, posturas, y demás juicios polémicos.
Nota: no será pura ciencia o literatura o cosas ñoñas; son temas específicos, pero globales.

C = sólo para mayores de 16 años
Contenido altamente agresivo contra el sistema político, social, económico, religioso, etcétera.
Aquí encontrará quejas, reproches, denuncias, y demás sugerencias transgresoras.
Nota: en este siglo, los 18-añeros ya son demasiado viejos para excluirlos; desde los 15 o 16 ya les afecta nuestra situación directamente.

X = no apto para nadie
Contenido inapropiado y sin sentido alguno.
Aquí encontrará pornografía, violencia, garnachas, y demás insultos a la moral.
Nota: chingue a su reputa madre si le caga esta categoría, chúpeme los huevos pues.

Ahora ya lo sabe; cada vez que vea una publicación mía, primero asegúrese de que la categoría sea la adecuada, ¡no vaya a estar leyendo algo que no le interese y le haga pasar corajes!
Por último, cabe mencionar que esta clasificación puede no ser permanente, es decir, que en algún momento se agreguen más categorías o se modifique el acuerdo de contenido de las mismas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

The posts in this blog will be rated according to the content presented. The classification is the following:

A = for all ages
B = for experts in the topic
C = for adults over 16 years old
X = for nobody (don't ever read these posts)

All the posts from now on will have the appropriate assigned rate in the title, in order to avoid missunderstandings while reading.

Note: I established this classification out of the blue.

March 24, 2016

.el abc de la estupidez

.el abc de la estupidez es un texto sumamente inútil e inservible. Podría no existir y eso no afectaría el curso de la historia humana; o bien, podría sí existir y eso afectaría mucho menos. Como hablara Joaquín Mortiz del libro  Movimiento perpetuo  de Augusto Monterroso, éste es "uno de los pocos libros declaradamente prescindibles de todos los tiempos".

Si usted es gato suicida acechado por la curiosidad o crítico literario con dotes de supremacía, podrá leer y descargar totalmente gratis  .el abc de la estupidez  en el siguiente link:


Este texto, cabe mencionar (o tal vez no cabe, pero aún así lo mencionaré), fue publicado el 1º de marzo del 2016. El autor, Kobda Rocha, no espera que usted disfrute leerlo, pero al menos que disfrute no leerlo. Por consiguiente, si no le gusta el texto, recomiéndelo con sus enemigos; y si sí le gusta, vuelva a leerlo.

Por último, si el link anterior no lo enlaza directamente al texto (e insiste en querer leerlo), envíe un mensaje o correo a  kobdarocha@gmail.com  y con gusto le envío el archivo en pdf.