(Clasificación C // Rated C)
Recuerdo... Recordemos
la Caverna de Platón, donde había un gran grupo de personas —¡toda una sociedad!—
mirando hacia el fondo de la caverna permanentemente. Detrás de ellos está la
boca de la caverna, una gran entrada que da paso libre a la luz del sol que, al
atravesarla por completo, sólo refleja sombras en la pared del fondo. Estas
personas pasan toda una vida, ¡construyen toda una cultura!, mirando esa pared
de sombras, y nunca voltean hacia atrás; jamás salen de allí.
Platón nos dice que cuando las personas se atrevan a
salir de ahí dejarán de vivir en las sombras y finalmente verán la realidad —o,
al menos, otra perspectiva de la realidad.
Nosotros, la generación del siglo XXI, ya volvimos la
mirada; salimos y hemos visto la luz. Sin embargo, como predijera Lavaniegos, la
puerta de salida sólo es una entrada a otra realidad desconocida; y vamos así,
constantemente, de caverna en caverna; y estamos así, siempre en una cada vez
más amplia y compleja que por supuesto es más difícil superar. Siempre vivimos…
creemos que vivimos en la panacea absoluta, que no hay más verdad ni mejora. Y
es por esa obstinación tan ciega que envenenamos a Sócrates, llamamos loco a
Ptolomeo, exiliamos a Dante Alighieri, quemamos a Giordano Bruno, nos burlamos
de Baudelaire y, para colmo, acusamos a 141 mujeres en el pueblo de Salem.
Esto se pone en evidencia, por ejemplo, cuando hablamos
de sexualidad. Hace algunos siglos (bien lo sabemos) era inconcebible hablar de
ello; ahora ya es un poco más (...ehm...) natural. Sin embargo, algunas veces
todavía es un tanto alarmante cuando se trata no ya
de sexualidad sino de sexo. ¡Sexo! SSEEEXXXOO… (sí, así, con tres ‘x’), sexxxo.
Freud, (“¡Ay, Sigismundo, cuánta vanidad! Infantiloide y
malsano el orgasmo clitoriano…” eso lo saqué de una canción de Liliana Felipe);
en fin, ¿no fue Freud calificado de indecente, de inmoral? ¿no lo llamaron pervertido,
impertinente? Y ¿cuántos se negaron (y, aún se niegan) a reconocer su complejo
de Edipo? Pero sólo es una caverna más de la cual salir. Otro caso: Hester
Prynne, quien fue condenada a cargar la letra escarlata sólo por adúltera; ¡Por
Dios, ¿tanta humillación por algo tan pequeño?! —que arroje la primera piedra
quien esté libre de pecados (pecados de palabra, obra y pensamiento)— y no es
por defender ni justificar el adulterio, pero esa clase de humillación es
consecuencia de la ignorancia, de la intolerancia, de la estupidez.
Hablemos ahora de pornografía. ¿A usted le gusta el porno? P – O – R – N – O. La gran caverna del siglo XXI. Con sólo escuchar la palabra, algunos se
incomodan y otros se molestan, algunos se ríen y otros se divierten, y algunos otros
también se excitan. Playboy, Private, Brazzers, YouPorn, PornTube, xvideos: es
morboso, dañoso, es pernicioso, es malsano, alienado, es insano. En cambio, el
teatro de Wilmot, Justina y Julieta de Sade, El gran masturbador de Dalí, las orgías de Kirschner: eso es arte.
¿Cuál es la diferencia entre una y otra?
Cuántas veces hemos escuchado que la homosexualidad es
una enfermedad. Cuántas veces hemos pensado que los gays son ‘gays’ por moda.
Cuántas veces los hemos llamado locas, manas, ladies, girls, super-gays. Ah,
pero la generación del millenium somos diferentes, distintos, incomparables. Ya
no vemos desde la caverna las sombras de los maricones y los putas —¿o ‘las
putos’? ¿Cómo se dice?. En fin, somos una generación permisiva, comprensiva,
amante del hombre —quiero decir, del ser humano— y protectora de sus derechos. ¡Bien!
Vamos por buen camino. Empero, ¿somos una sociedad realmente open mind o sólo
respetamos el libre albedrío porque la mayoría cree que la mayoría respeta la
naturaleza individual de las preferencias sexuales y su propia libertad de
elección?
Todos: literatos llamados locos, poetas y escritores
vetados, científicos condenados por herejes, negros discriminados por ser
negros, mujeres aborrecidas por ser libres, putas detestadas por ser mujeres,
homosexuales abominados por no ser mujeres. Todos son juzgados por igual, todos
son juzgados por nosotros. Sí, somos nosotros quien los reprueba. Hablo de usted
que me está leyendo. Hablo de mí, hablo de todos. Hablo de los chilangos, de
los mejicanos, de los latinos, de los americanos, hablo de todos. Hablo de los
seres humanos. Porque los mismos que están sentados en la caverna viendo la
sombra de Cristo crucificado, son los mismos que están sentados en la sala de
su casa viendo la sombra de Raúl Osiel Marroquín, el matajotos, sentado entre
Javier Sicilia y Javier A La Torre. Y seguiremos haciéndolo hasta voltear la
mirada y salir de nuestra caverna. Sexo, preferencias sexuales, entre filias y
fetiches. ¡Dejemos ya de reputar con tantos prejuicios!
En alguna ocasión, recuerdo que una muy buena amiga me
dijo “Tengo relaciones tan íntimas con algunos de mis amigos, que es absurdo no
llamarlos amantes sólo porque no nos acostamos”. Y mi ex-novia me dejó porque
dormimos juntos y no tuvimos coito. ¿Precocidad?, ¿novatada?, ¿o es una caverna
más que ha sido superada? Al igual que Juan José, yo apostaría la visión de un
Quijote contra la vista de un SuperMan.
Si usted es de las personas que ya no contraponen la
ciencia con la religión, o de los que ya no escogen a sus amistades por su
valor socioeconómico, si usted es de los que ya no señalan ni critican a
alguien por sus preferencias (por la vida sexual que escogió), entonces con
toda confianza puede mirar a la persona que se encuentre a su lado —frente a
frente, fijamente, directo a los ojos, sin titubear— y asegurar no sólo que ya ha
superado todas esas cavernas, sino que también está listo para dar el
siguiente paso y salir de una caverna totalmente nueva: Zoofilia.
La palabra del millón. Aquí es donde muchos se cierran y
se encierran en su pequeña caverna. Quizá pensarán “¡Eso está mal! ¡Eso no es
una relación, eso es bestialismo!” Algunos dicen que es antinatural; igual se dijo
eso de los homosexuales en algún tiempo. Algunos dicen que no fuimos creados
para eso; igual se dijo que los negros habían sido creados para ser esclavos.
Algunos dicen que simplemente no deberíamos hacerlo; igual se dijo en algún
tiempo que las mujeres simplemente no deberían votar ni estudiar.
Muchos se pondrán en el lugar de los animales, y
exclamarán “¡Oh, y ¿qué culpa tiene el pobre animalito de tus perversiones
sexuales?!” Nunca podremos discutir en la cara de Galileo hasta no entender por
qué decía Eppur si muove, y tal vez
nos contestaría: “pos... te guste o no, la tierra no es el centro del universo,
y tan no lo es que hasta se mueve —alrededor del sol. Ya lo creas o no, eso es
lo que menos importa. Toda tu moral, toda tu ideología es irrelevante porque,
sin embargo, se mueve.” Y aquí yo no estoy tratando de convencerlo a usted de creer en
algo en específico, sólo lo estoy informando con la verdad.
...y la verdad es que la zoofilia es tan antigua como el
talento de los negros, la inteligencia de las mujeres y los machos
homosexuales; así de ancestral. Claro, como todo enigma —en
una sociedad tan represiva—, siempre hay que esconderlo, mantenerlo en secreto,
“lo hago pero no lo digo”, “me gusta, pero jamás lo haría”, hay que disfrazarlo
de algún modo para evitarse problemas. Tantos siglos, los homosexuales tenían familias
—de hombre, mujer, e hijos— aunque fuesen plenamente homosexuales. Asimismo,
los zoófilos tienen vidas comunes y corrientes para no fastidiar a aquellos que
seguimos en la caverna. No se confunda, no le estoy diciendo “¡sal y ten sexo
con animales!” ¡No, no, por Dios! Como un homosexual nunca nos dice “Todo el mundo
debe ser homosexual”. Sólo es un poco de comprensión, tolerancia y respeto.
La verdad, la biblia ya reconocía la zoofilia, dice Lv.
18:23: “Con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer
alguna se pondrá delante del animal para ayuntarse con él, es perversión.” La
reconoce, aunque claro la castiga. Pero ¿qué se puede esperar?, también castiga
comer mucho. ¿Usted estaría de acuerdo con las ideas de un libro tan absurdo?
La verdad, está más cerca de lo que creemos. El doctor con la
oveja en Todo lo que usted siempre quiso
saber sobre sexo de Woody Allen; ¿no uno de los posibles orígenes del SIDA
son las relaciones con los monos?; Leda y
el cisne de Chavita Dalí; hasta los vampiros y hombres lobo son un
acercamiento muy evidente, que obviamente los imaginamos como semi-humanos para
no sentirnos tan mal, pero en el fondo es esa misma atracción hacia el bestialismo,
hacia el salvajismo animal; es más, hasta en nuestras canciones más románticas
hacen el amor como animales.
La verdad, es un proceso muy sencillo. Primero [1], el
mito de la Homofilia; es decir, la atracción sólo por la misma especie. Quién no
ha visto un elefante con un caballo, o a un chango con una jirafa, o a un perro
con un pato, o a un hombre con una gallina. ¡Es lo mismo! Todo está ahí en
YouTube. Nosotros mismos idealizamos formas semi-humanas: los griegos exaltaban
la belleza de Circe y de Medusa; en Egipto, Isis, la vaca; quién podría no ver
atractivo a un Minotauro, al Macho Cabrío, a una Sirena, a un Hada, o a Tarzan (medio
animal el tipo). Segundo [2], Antropofilia; es decir, el favoritismo hacia el
hombre que hacia cualquier otra especie, ya del hombre por el hombre ya del
animal por el hombre. Muchos gatos prefieren estar con su amo que con otros
gatos; así también los perros, y está demostrado que sienten celos cuando te
ven con tu pareja —no esos celos morales que nosotros conocemos, sino unos
celos más (...ehm...) animales—, algo así como King Kong. Y tercero [3], el Libre Albedrío, y el respeto ajeno por
la libre elección. Stekel; la mujer que se untaba miel en la vulva para que llegaran
las moscas a posarse sobre ella y entonces tenía un orgasmo milenario. El perro
de Pavlov bien podría babear por un hueso que por la mujer de Stekel. ¿Recuerda
usted al ‘niño-gallo’?, quien imitaba el canto de los gallos para que le
picotearan el pene. El Doberman de Snuff
y la cabra de Sheitan. En ningún caso
se le está haciendo daño a los animales, al contrario, suertudo el capitán por que la güerita está muy
buena; ellos sólo atienden a un mecanismo orgánico: la naturaleza de su
instinto sexual (reproductivo). Y mientras éste se satisfaga, y no se les esté
lastimando de otra forma... Eppur si muove!
Finalmente, repito: esto no es una invitación a fornicar
con su mascota, sino una invitación (como lo hizo Platón con las personas de la
Caverna) a voltear la mirada y ver la realidad —o, al menos, otra perspectiva
de la realidad. Porque ver la sombra del respeto es vil irreverencia; brindar tolerancia
sólo cuando se está de acuerdo es pura hipocresía; y pretender comprensión sólo
porque parece correcto y no porque en verdad se entienda es perfecta estupidez.
Baquero, en su poema Zoofilia,
nos propone alcanzar una madurez social, mental y moral a través —como todas
las grandes revoluciones—, a través del cambio: un cambio interno, un cambio
individual.
Z o o f i l i a
de Graciela Baquero
Soy el olfato de
ese perro,
esa dirección
que llega,
pone el hocico
entre mis piernas
y manso reconoce.
Es entonces
cuando mi hembra
se queda sin
mujer.
No comments:
Post a Comment