(Clasificación B // Rated B)
N. Chomsky en “Lo que realmente quiere el Tío Sam” nos muestra —o aún
más, nos evidencia— la intención y el propósito real (acaso plan y fin) del
método operacional, ya político ya militar, de Estados Unidos (EEUU) ante la
guerra y/o amenaza de guerra; ante las organizaciones sociales y, sobre todo,
económicas distintas a las diseñadas anteriormente por ellos mismos; ante el
cambio —es decir, la transferencia— del poder y el control institucional,
corporativo y gubernativo intranacional;
y, entre muchas otras vicisitudes, ante la reacción colectiva frente a la
constante intervención militar (y, además, política) norteamericana en asuntos
plenariamente independientes e internos en países, mayoritariamente,
tercermundistas.
Para realizar una opinión
crítica o comentario analítico sobre esta lectura, primero se deben entender
algunas cuestiones que de pronto se vuelven complejas y crean prejuicios en el leedor
—por la posición social, económica y política en que el propio lector se
encuentre. En una primera leída al texto, surgen muchas confusiones y
malentendidos (tal vez por la gran carga referencial que mantiene el autor y su
manejo tan cuidadoso de información que requiere revisar muchas otras fuentes
antes de continuar leyendo; si no bien para corroborar los datos y fundamentos,
sí para comprenderlos mejor), por lo cual es imperativo [considero] aclarar,
preliminarmente, ciertos puntos:
(1) el texto no es un
panfleto en contra del gobierno —ni pretende serlo—, aunque bien podría ser un
recurso eficiente si se utiliza como herramienta argumentativa (y/o discursiva)
a favor de grupos anti-gubernamentales o simplemente como inicial instrumento
de apoyo para el estudio exhaustivo de la historia de los EEUU;
(2) no es una novela
fantástica hollywoodense que propone la existencia de una organización conspiracional del gobierno para
controlar las sociedades intra e internacionales (aunque así lo parezca y
aunque muchas personas en muchas ocasiones muy probablemente han pensado que
esto no sólo es posible sino que también es real, no obstante, por falta de
análisis o tal vez de información sólida, queda en simples especulaciones que
llegan a parecer un tanto fantasiosas que se descarta la posibilidad de ser
verdaderas y con ella también la investigación profunda de la premisa);
(3) no es un texto
didáctico, de enseñanza y ‘revelación’ para el lector instruido ni, mucho
menos, para el ciudadano tercermundista inconforme —tal vez ni siquiera estaba
pensando [el autor] en poner su libro en manos extranjeras (o, al menos, no
sería el objetivo principal)—, pues parece estar dirigido rotundamente a la
población estadounidense, a sus conciudadanos, y quizá también a los compatriotas
residentes en países extranjeros solamente;
(4) como en todo
contenido expresado, ya de forma oral ya de forma escrita, se debe tener en
cuenta el contexto cultural en el cual se encuentra el autor, en este caso:
estadounidense nacido en 1928, lingüista graduado de la Universidad de
Pennsylvania, político activista, psicolingüista, filósofo, e incluso novelista
[por algunos considerado], etcétera —sin dejar de lado el hecho de que escribió
este libro en 1992.
Personalmente, el tema
me parece muy extenso y complejo —discurro que se necesita un estudio mucho más
profundo y una investigación exhaustiva para poder conjeturar juicios a partir
de ello—, sin embargo, puedo emitir [si me atrevo a expresarlo] una opinión
acerca del mismo —a reservas de que pudiera ser un pensamiento bastante primitivo
por la falta de rudimento.
Por un lado, como parte
de una nación tercermundista, los individuos se encontrarán en total desacuerdo
con los procedimientos y medidas aplicadas por el gobierno de los EEUU para mantener
su hegemonía, lo cual es bastante comprensible —y, de alguna forma, correcto.
Además, como lo muestra Chomsky, son ellos quienes están en constante lucha por
el cambio, por la libertad, por la transferencia (o, al menos, reordenación) del
poder.
Por otro lado, siendo
parte de una nación de Primer Mundo, los individuos se mostrarán indiferentes
(si no es que hasta en apoyo a estos procesos político-militares), ya por el coco-wash
de los medios de comunicación y la propaganda propagada por los partidarios del
Tío Sam ya por el hecho de pertenecer a la nación favorecida por dichos
procesos —aunque esto no llegue al sector social al que pertenezcan.
Si es necesario,
merecido o, simplemente, anhelado un cambio en la organización política y
económica del globo, esto no podrá venir de las naciones dominadas por las
potencias (en este caso EEUU) por las diversas razones que explica el autor en
este libro, sino de las naciones que tienen el poder; y, al decir “naciones”,
me refiero a la población en general —es claro que el sector que controla todo
el sistema no querrá hacerlo—, pues son ellos quienes pueden colapsar el
sistema desde adentro, no con violencia sino con educación (moral, académica y
cognitiva) y propuestas firmes de cambio social.
Con esto último, el
autor concluye, ya que [como dije antes] su texto no parece estar dirigido más
que a la misma población estadounidense; con un mensaje (acaso propuesta) final
no de cambio sino de acción.
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