.el abc de la estupidez (publicado el 1º de marzo del 2016) es un texto sumamente inútil e inservible. Podría no existir y eso no afectaría el curso de la historia humana; o bien, podría sí existir y eso afectaría mucho menos. Como hablara Joaquín Mortiz del libro Movimiento perpetuo de Augusto Monterroso, éste es “uno de los pocos libros declaradamente prescindibles de todos los tiempos”.

Puede leer y descargar el texto totalmente gratis en el siguiente link: .el abc de la estupidez

P L A G I O S es el texto que sucede a .el abc de la estupidez y fue publicado el 29 de septiembre del año 128 d. H. (después de Hitler). Este texto es un himno, un homenaje, a los grandes autores pilares tanto de mi lectura ―y, por consiguiente, de mi escritura― como de mi ideología literaria. ¡Gloria y loor a mis maestros! Aunque no estoy a la altura de tan brillantes hombres, siempre puedo rendirles tributo y gratificación. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que un gran cínico y descarado plagio?

Lea, descargue y plagie este texto en el siguiente link: P L A G I O S

HuMoRaLeJaS . . .(publicado en 2018) está más bueno, aunque también más inútil y menos simple. Este texto da evidencia del talento evolutivo humano para hacer complejas maravillas a partir de los absurdos más huecos. Si ya leyó los dos primeros libros, no lea éste; si no los ha leído, tampoco.

Link para leer y descargar el texto (aunque siempre puede ignorarlo a voluntad): HuMoRaLeJaS

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September 14, 2018

Lo infinito se quedó sin fin

(Clasificación A // Rated A)

Los poetas andan siempre buscando el amor infinito de una mujer infinita; lo buscan con tanto empeño que desean jamás encontrarlo. No así los escritores ―porque no es lo mismo escritor que poeta, entiéndase ya de una vez bien eso―; ellos, por lo general, nunca buscan el amor infinito ni la mujer infinita y, por la misma razón, casi nunca lo (ni la) encuentran.
            Lo común es (1) encontrarse con una poetisa o escritora que no anda buscando amor ni hombre, acaso porque a) sabe que no existe el amor infinito y para qué conformarse con el amor mortal que cualquiera puede llevar a cabo si los poetas y escritores―corrección: si las poetisas y escritoras estamos hechas para algo más que simple amor; o porque b) sabe que no existe el hombre infinito y, para porquerías, mejor me hago lesbiana―corrección: descubro que soy lesbiana―corrección: acepto que siempre he sido lesbiana; o porque c) sabe que no existe el amor en el hombre―corrección: sabe que existe el amor, pero no en el hombre y mejor me regreso a “b)”; o, en todo caso, (2) encontrarse con una mujer infinita de amor infinito, quien no es poetisa ni escritora y cómo un poeta o escritor como yo va a terminar con una mujer que no sabe versar ni versificar ni crear ni nada bueno porque no es poetisa ni escritora ni artista ni nada de eso en donde se encuentran a las mujeres infinitas y pues ella no es y que, aunque fuera, no sería para mí.
            Eso es lo común. La extrañeza, en cambio, es encontrar el amor infinito y/o la mujer infinita... y reconocer que están ahí.
            Mas, como ya no estamos en tiempos de llorar al amor o de morir de amor o de sentir amor siquiera, los poetas ahora dicen que no les importa y que ni lo andaban buscando. Mientras tanto, los escritores, últimamente todos ellos, andan encontrando amor ―tal vez no el infinito, pero amor al menos― y mujer ―tampoco infinita, o quizá sí, quién sabe― menos tú. ¿Por qué será? Te preguntas. ¿Será porque no soy de los buenos escritores? ¿Será porque nunca escribí un Bestiario? ¿Será... por qué será, ¡maldita sea!?
            Nunca lo buscaste, pero te tortura ver que los demás lo encuentran. ¿Y qué más da? ¡Bien por ellos! Te das ánimos, pero sabes que no estás triste ni decepcionado porque no te sientes mal ni estás solo. El problema no eres tú, son ellos; ellos que rompieron las reglas ¿cuáles reglas? estás loco, no hay reglas para eso ¿cómo no? si lo acabas de escribir en el primer párrafo y entonces yo estoy bien ¡ellos son el problema! Y te repites una y otra vez que son los tiempos, que todo ha cambiado y ahora los escritores corren con mejor suerte que los poetas ¿y por qué yo no?, ¿por qué a todos les va bien menos a mí? Y recuerdas que es porque no eres buen escritor, y te lamentas, no porque no seas buen escritor, sino porque siempre quisiste serlo.
            En fin, ya a estas alturas de la vida (y del fracaso), te duele más haber andado siempre buscando ser un buen escritor que nunca haber buscado amor... ni mujer.

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