(Clasificación A // Rated A)
Dedicatoria
Cristina Peri
Rossi
La literatura nos separó:
todo lo que supe de ti
lo aprendí en los libros
y a lo que faltaba,
yo le puse palabras.
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La yegua
lírica
Óscar Alfaro
Una yegua dactilógrafa
va escribiendo a cuatro patas
en la cinta del camino
una carta sin palabras.
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Del otro lado
Lorenzo
Partida
He decidido irme
a los bosques o jardines:
allá, donde todavía los pájaros
cantan,
o quizá más allá,
donde los niños aún
alaban al sol…
para feliz declamarles
un poema.
Lo haré.
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El vómito del
amanecer
Paulina
Dávila Velázquez
¿Quieres desnudar tu pensamiento?
¿Harto del golpe bajo de la
institución?
Saber que más allá del seno está una
fuente de vida mayor.
Conocerte, ensimismarte.
Quédate callado pero habla con tu
cuerpo,
mastica otro libro, digiere en
crítica, libérate del tedio.
Te dijeron: activa mente y cuerpo.
Pues saca tus huesos del clóset,
cose la lengua a tu rostro,
muestra tus cicatrices y deja que se
sequen al sol,
siembra sobre tu piel,
aprende a beber de una copa vacía.
Sano juicio, gusano huraño,
hombre sin esperanza,
mujer infértil;
cállate si no posees silencio.
Trabaja con manos y labios,
Trabaja con seso y con sangre.
Arriesga tus pecados al público.
¿Aún tienes algo que arriesgar que no
te haya sido arrebatado?
Vomita o llora, lamenta o grita,
corre, suda, no bebas alcohol.
¿Aún te queda aliento o vives detrás
del miedo?
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De plano
Efraín Huerta
No hay
Peor
Poesía
Que la
Que no se
Hace
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Corazón Coraza
Mario
Benedetti
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta
el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no
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Onix
José Juan
Tablada
Torvo fraile del templo solitario
que al fulgor de nocturno lampadario
o a la pálida luz de las auroras
desgranas de tus culpas el rosario,
¡yo quisiera llorar como tú lloras!
Porque la fe en mi pecho solitario
se extinguió como el turbio lampadario
entre la roja luz de las auroras,
y mi vida es un fúnebre rosario
más triste que las lágrimas que
lloras.
Casto amador de pálida hermosura
o torpe amante de sensual impura
que vas, novio feliz o esclavo ciego,
llena el alma de amor o de amargura.
¡Yo quisiera abrasarme con tu fuego!
Porque no me seduce la hermosura,
ni el casto amor ni la pasión impura;
porque en mi corazón dormido y ciego,
ha pasado un gran soplo de amargura.
que también pudo ser lluvia de fuego.
¡Oh guerrero de lírica memoria
que al asir el laurel de la victoria,
caíste en tierra con el pecho abierto
para vivir la vida de la gloria,
¡Yo quisiera morir como tú has muerto!
Porque al templo sin luz de mi
memoria,
sus escudos triunfales la victoria
no ha llegado a colgar, porque no ha
abierto
el relámpago de oro de la gloria
mi corazón oscurecido y muerto.
Fraile, amante, guerrero, yo quisiera
saber qué oscuro advenimiento espera
el anhelo infinito de mi alma
si de mi vida en la tediosa calma
no hay un dios, ni un amor, ni una
bandera.
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Despecho
Anotnio Plaza
I
Arcanidad terrible de la vida,
destino lleno de rigor sin nombre,
infancia entre las sombras escondida,
aprieta sin piedad, que das en Hombre.
No esperes con tu golpe furibundo
avasallar mi soberano aliento;
es grande mi tormento como el mundo
pero el alma es mayor que mi tormento.
Y siempre aquí, con arrogante calma,
de tus rencores la sin par fiereza
afronto audaz, que la grandeza de
alma,
aunque pequeño soy, es mi grandeza.
Nunca al poder ni al oro me arrodillo,
y aunque me agobie padecer tirano
me muero de hambre pero no me
humillo...
seré cadáver, pero no gusano.
Bien, alma, ¡bien! Porque jamás te
humillas...
eres inmensa en tu sufrir constante.
¡No mendigues la gloria de rodillas,
conquístala de pie, mártir gigante!
Nací juguete de la vil fortuna
y me acompañan en fatal camino
la negra sombra que bañó mi cuna,
la negra mano que marcó mi sino.
A la luz de brillantes ilusiones
de la horrible verdad vi los arcanos,
y fue mi alma festín de las pasiones
como el cuerpo es festín de los
gusanos;
lloré por la esperanza asesinada,
pero tanto creció mi desventura
que traduje en sonora carcajada
la suprema expresión de la amargura.
Al fin, cansado de mortal quebranto,
adopté el estoicismo por divisa;
tanto lloré que se agotó mi llanto,
tanto reí que se acabó mi risa.
Sin fe, sin juventud, la despreciada
vida infeliz indiferente rueda...
con mi última ilusión evaporada
¿qué me queda en el mundo? ¿Qué me
queda?
Ya no tengo sonrisa ni gemido;
ni amo, ni aborrezco, ni ambiciono,
que en indolencia criminal sumido
hasta mi propio espíritu abandono.
Hora tras hora solitario pierdo
envuelto en bruma de oriental pereza;
es mi goce sufrir con el recuerdo
entregado al placer de la tristeza.
Pláceme abrir heridas mal cerradas,
contemplando a la espalda de los años,
ilusiones de fuego, sepultadas
en la nieve de horribles desengaños.
II
También un tiempo, ¡ay de mí!,
tras de fantasmas risueños
desatinado corrí;
porque la razón perdí
entre marañas de sueños.
Lindo germen de ilusión,
de mi espíritu gastado
engendró loca pasión,
soñó con la redención
mi frente de condenado.
En mi desencanto amé
creyendo que no creía,
y más desencanto hallé.
¡Imbécil! ¿Por qué soñé
cuando soñar no debía?
Amé a una mujer como ama
quien amar no cree... su llanto
alzó en mi ser una llama
como alza fosfórea flama
la lluvia en el camposanto.
Pero, ¡ay!, de aquellas historias
sólo guarda el corazón
recuerdos de muertas glorias,
memorias, sólo memorias son.
Porque mis sueños huyeron
y mis amores volaron,
mis esperanzas murieron
y los placeres que fueron
luto en el alma dejaron.
Hoy en negra decepción
los desprecios y el cariño
para mí los mismo son;
en lugar de corazón
llevo el cadáver de un niño.
III
De luz imposible mi cráneo era foco
de luz imposible mis sueños vestí;
pero, ¡ay!, que mis sueños febriles
de loco
en mares de sombra perdiéronse al fin.
El alma la vida apenas soporta,
la paz de las tumbas del alma es la
paz;
yo soy un pasado que a nadie le
importa,
yo soy en la tierra cadáver social.
¡Guay del que vegeta con sueños
despierto!
Dormirse soñando es muerto vivir.
Yo vivo y no sueño, cadáver despierto,
del ser y la nada parodia infeliz.
Al cielo pregunto con ansia indecible:
¿los mártires suben de Dios al dosel?
El cielo se calla y un eco terrible
me dice: ¡no sueñes... mentira es la
fe!
Quien deja la vida de luto y hastío
se vuelve a la nada que de ella salió,
tras esas estrellas no hay más que
vacío;
me dice: ¡no sueñes... mentira es la
fe! *
El hombre, ese imbécil gusano pequeño,
de orgullo inflamado, se juzga
inmortal;
pero es la existencia la sombra del
sueño,
del sueño que forja la nada quizá.
Señor, de la duda me asfixia el
abismo,
te ruego que mandes a mi alma infeliz
la fe sacrosanta o el negro ateísmo.
Negar es creer... dudar es sufrir.
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